ME ECHABA DE MENOS

Los días vuelven a pasar deprisa
y esta vez no me persiguen.

Ahora me llevan por caminos desconocidos
que me remueven la tripa
como si tuviera dentro una rave de hormigas 
con ganas de fiesta.

Hay algo en el aire
que hace que me quiera quedar justo aquí,
en este instante vital.

Madrid debería ser siempre agosto.

Las amigas de toda la vida aparecen con cerveza fría
y las nuevas con con alma de faro,
y ninguna de ellas duda en quedarse cuando se va el sol.

Hay amor del bueno, del que no pide permiso,
que no se queja y no exige explicaciones.

Un amor para el que cualquier distancia es poca por verme sonreír,
del que hace que el tiempo se pare,
para mirarme y decirme:

"qué suerte encontrarte".

Hay planes que se improvisan,
besos que se alargan,
rutas sin mapa,
baños nocturnos,
personas que no te sueltan el brazo cuando tropiezas.

Qué bien volver a sentirme,
me echaba de menos.

Quien no quiso quedarse que disfrute lejos
y de lejos.

La nostalgia en verano es menos nostalgia.

Ahora que brilla el sol por dentro,
ya no me nubla cualquiera.

JULIO SE FUE SIN HACER RUIDO

Julio se fue sin hacer ruido,
como esas personas que un día dolieron 
y a la mañana siguiente
ya no pesan igual.
Se llevó con él lo que ya no era mío.

Un mes de cerrar heridas sin drama,
de entender que no hay que odiar para soltar,
ni quedarse para demostrar nada.

La piel me pidió tregua
y esta vez la escuché.
Dejé de pelear con lo que fui
y he empezado a abrazar lo que soy.

Increíble todo lo que cabe en mí
cuando dejo espacio
para lo nuevo, lo desconocido, lo que me hace vibrar.

Otra vez amanezco,
con la seguridad de que esta versión en la que me estoy convirtiendo
tiene intención de quedarse
mucho tiempo.