Allí estaba yo,
haciendo cosas que grité nunca más hacer
retrocediendo al lugar al que juré no volver
sacando a relucir a la que escondí por falta de valor.
Allí estaba yo,
a las puertas del precipicio que escarbé con los nudillos
en el comienzo del bucle de odiarme entera
observando mi reflejo en el espejo cara al sol.
Allí estaba yo,
seca, fría, sola.
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