Se mezclan los olores de la habitación.
Las paredes encogen oprimiendo mi pecho
y mi sangre se extiende por el edredón.
El veneno atormenta mis pensamientos.
Su efecto se mantiene y evoluciona
a un trance de desesperación y sufrimiento.
Mi estabilidad no soporta la presión.
Me recrimina con sarna y despecho
que soy adicta a la insatisfacción.
Observo mis manos por un momento.
La psicomotricidad no reacciona.
Mi cerebro se vuelve torpe y lento.
Te quiero.
Ya no me quiero.
Pero aprenderé a hacerlo de nuevo.
Por supuesto que lo harás
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=uO0wh5Zc6fA
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este escrito, me identifico completamente con esos sentimientos.
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