Antes...
Te obligaste a mí como a clavo ardiendo
sin ser yo nada de lo que buscabas,
sabiendo que de donde no hay no se puede sacar.
Te engañaste.
Me obligué a ti porque sentía curiosidad
por bello, fácil y divertido
siendo consciente de que iba a acabar mal.
Me engañé.
Nos obligamos la una a la otra
porque estábamos cruzadas
y nos equilibrábamos en la inestabilidad de la que pendíamos.
Nos engañábamos.
Ahora...
Te obligas a alejarte de mí porque puede que llegues a estar bien
y eso te agobia.
Razonas.
Me obligo a desencantarme contigo porque no me veo repitiendo
la misma escena cada vez.
Razono.
Nos obligamos a rompernos porque preferimos anticiparnos a los acontecimientos
en vez de dejar nuestras vidas en libertad.
Razonamos.
A la mierda.
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