A veces me precipito y me vierto.
Y otras tantas me convierto
en el monstruo que crearon otros niños.
Pero que sepas que cuando despierto
el primer pensamiento al que me ciño
es a tu imagen haciéndome un guiño
Mordiéndome el labio con demasiado acierto
agarrándome la cintura y apartándome el pelo
para besarme el cuello con particular cariño.
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