A veces me pregunto cuántas estaciones te echaré de menos.
Cuántos cambios necesito para pasarte de página.
Si existe un número exacto de hojas que leer
para conseguir por fin terminarte y cerrarte para siempre.
En realidad pienso que daría lo mismo porque
por muchas veces que te leyera
seguiría sin entenderte.
Y esos son los libros que nunca se acaban.
Se convierten en historias abiertas a las que es imposible dar un final
y cada uno las termina interpretando como quiere.
[muy a lo Mullholand Drive]
También podría inventármela
y permitirme el lujo de ponerle el desenlace que yo quiera.
Y así, por una vez, podré llevar yo las riendas de esta relación
aunque sólo sea en mis fantasías.
Yo he elegido no cerrar esa herida. La prefiero viva y sangrando. Quizás porque no la lamento.
ResponderEliminarY hoy me encuentro con el inesperado regalo de vovlerte a leer. Gracias, ardiente.
❤ qué bien que vuelvas conmigo cada vez que vuelvo. 😉
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