Harta de mendigar amor, de amarte.
Mis ganas de ti se han escondido debajo del edredón
que ya he guardado hasta el próximo otoño,
esperando que se desintegren en el oscuro altillo
de este corazón diminuto y apretujado
que me has dejado.
Respira tranquilo, ya no me queda nada por decir
ni por pedir. Ni a ti nada que escuchar o rechazar.
Ya lo hemos intentado todo.
Ahora me voy a sentar a esperar y a recibir,
lo que quiera darme
aquél que venga a salvarme.
Voy a volver a sentirme alguien
que no sea esta idiota patética
con la continua necesidad de cuidarte.
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