Átame las manos
fuerte, que duela.
Aférrame a esta silla
para que no me pueda mover.
Amordázame con saña
que me cueste respirar.
Véndame los ojos
para no verte...
O volveré a ti sin pensarlo.
Porque aún con todo,
te sigo tocando, abrazando,
susurrando y observando,
cada segundo de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario