Ya no pueden consolarme los ríos.
Ni el sol, los pájaros o el olor a sal,
el mar.
El silencio es mi nuevo compañero de viaje
desde que dejé de escuchar tu voz
y anulé mi conciencia.
Acallé mis pensamientos
con cócteles molotov
y convertí mi mirada en un pozo sin fondo,
vacío.
Ahora me debato entre el querer y el poder.
Entre la existencia del amor y la falta de él.
Me debato en la insoportable levedad de mi ser.
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