SED

He aterrizado en esas noches 
en las que río mientras lloro
y aunque bebo estoy sedienta.

Siento la toxicidad de la ginebra mezclándose con mi sangre,
tóxica también desde hace dos copas y media.

La acidez nubla mi lucidez y mi lengua viperina
no puede contener la ponzoña que rebosa.

Me transformo en ese bicho que escupe su frustación
en forma de palabras venenosas que,
después de palpitar en mis sienes,
rebotan en tus pupilas.


Y cada vez que me miras
sólo encuentro mi peor yo.

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