Estos años he aprendido | Irene X.

Que hay distintas flores en un mismo ramo que no tienen que llevarse bien. Que si tú me dices ven e inmediatamente lo dejo todo es porque no había nada que dejar antes. Que una ruptura es una muerte donde puedes ver al difunto burlarse de ti. Que hacerse inmune a la fragilidad es morir cada día de crudeza, hierro y sostebinilidad. Que por las grietas también se respira y hay que romperse para coger aire. Que si no te vuelven a buscar después de mandarte a la mierda, si no te enseñan a llorar lo mordido sin abandonarte del todo, nunca han estado contigo. Que es de inútiles confundir maldad con torpeza. Que yo me río a otro volumen cuando somos tú y yo. Que tú y yo somos un ejército y nosotros un peligro inminente de fractura, soportando la grieta. Que olvidar de dónde vienes es no saber a dónde ir. Que a veces las cosas no salen bien porque no les estamos abriendo del todo las puertas. Que la gente más triste es la que siempre está contenta. Que algo más triste que dar pena, es dar miedo. Que si te está matando, no puede ser amor y mucho menos el de tu vida. Que el amor no debería ser un tobogán que tras la risa te lleva al infierno. Que un “es que yo soy” así no justifica que seas así. Que a veces arreglarse para salir, habla más de repararse que de ponerse guapa. Que los equilibristas caminan a pasos cortos. Que avanzar a grandes pasos es retroceder a zancadillas. Que las historias intensas son algodones de azúcar imposibles de acabar. Que nunca fue un problema aceptar el caramelo de un desconocido y lo grave es aceptar las hostias de quien conocemos. Que lo que quería decir Antonio Vega es que la chica de ayer es la de hoy y la de mañana. Que las personas no se pierden, las personas solo se alejan o se acercan.


Y que por encima de todo hay que saber cuándo rendirse: nunca.

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